La recepción de George Bataille en España - María García





Los acontecimientos en que se desenvuelve la vida de Georges Bataille impregnaron el siglo XX de extremo horror: las dos guerras mundiales, el ascenso nazi, el estalinismo soviético y la Guerra Fría son nombres para la quiebra de la orgullosa conciencia occidental herida de narcisismo. Y, en sus laberintos, el pensamiento serpenteó por la senda de la trasgresión, de la ruptura de aquella metáfora heliocéntrica que desde Platón hasta Hegel había  guiado a la filosofía académica. Existencialismo, estructuralismo y postestructuralismo se abren paso en Francia, epicentro de una eclosión cultural y artística.

Los felices años veinte transcurren entre el estupor y la alegría ante un conflicto que  finalizó, pero que jamás debió suceder: «París ofrece a Europa, al mundo, la imagen de modernidad, la imagen deslumbrante del futuro que todos desearían». Entretanto, Rusia había mostrado al mundo capitalista que el marxismo podía ser realizado a través de una revolución que liquidaba las antiguas estructuras feudales y se obstinaba en luchar contra la posibilidad burguesa. Las democracias liberales de Occidente entran en crisis por cuenta de los movimientos de masas, socialista y fascista, que se presentan como alternativa de futuro. Y la amenaza de la guerra total se verá cumplida en el 39 con Hitler, Mussolini y la España franquista, dejando un saldo de muerte del 2% de la población mundial y el terror de los campos de concentración que consumaron el holocausto judío. Con la victoria aliada, Estados Unidos se consolida como potencia mundial capitalista y su enemigo se concretará ahora en la Unión Soviética de Stalin. La Guerra fría será el nuevo horizonte hostil que esta vez apunta al desastre para la humanidad entera: Hiroshima y Nagasaki muestran un potencial bélico sin medida. 

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