Encyclopædia Acephalica


Comprising the Critical Dictionary and Related Texts edited by Georges Bataille and the Encyclopædia Da Costa edited by Robert Lebel & Isabelle Waldberg

The ideas of Georges Bataille (1897-1962) are being increasingly recognised as offering vital insights into the whole areas of human existence, and over the last few years most of his important theoretical and fictional texts have appeared in English. Yet Bataille’s thought is complex, and his books make few concessions to the reader. The first series of texts here, however, were written for a wider audience by Bataille and his friends, in the form of a dictionary, and they provide a witty, poetic and concise introduction to his ideas.

The Critical Dictionary appeared in the magazine edited by Bataille, Documents, the second series of texts, the Da Costa Encyclopédique was published anonymously after the liberation of Paris in 1947 by members of the Acéphale group and writers associated with the Surrealists. Both cover the essential concepts of Bataille and his associates: sacred sociology; scatology, death and the erotic; base materialism; the aesthetics of the formless; sacrifice, the festival and the politics of the tumult etc: a new description of the limits of being human. Humour, albeit, sardonic, is not absent from these remarkable redefinitions of the most heterogeneous objects or ideas: Camel, Church, Dust, Museum, Spittle, Skyscraper, Threshold, Work - to name but a few.

The Documents group was celebrated for joining together artists, authors, sociologists and ethnologists (among the most important of their time) in a literary and philosophical project. The Acéphale group was more mysterious, even its membership is only vaguely known, and its activities remain secret. The origins of the Da Costa only became known in 1993, the present volume reveals for the first time its principal compilers: Robert Lebel, Isabelle Waldberg and Marcel Duchamp, even so, the identity of the authors of a large part of it remain unknown.

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Bataille absurde : de l’angoisse au rire - Guillaume Rousseau



Résumé : Dans cet article, nous nous proposons de mettre en lumière le caractère spécifiquement littéraire du sentiment de l’absurde dans les romans et récits de Georges Bataille (spécialement Madame Edwarda et Le Bleu du ciel). Par cet exemple, la fiction littéraire, en marge de la philosophie, se donne pour rôle de représenter une expérience impensable. Dans les œuvres romanesques de Bataille, l’absurde se place d’abord sous le signe de l’angoisse. En effet, Bataille s’inspire de Nietzsche en prenant acte de la mort de Dieu qu’il représente par l’image récurrente d’un ciel désormais vide. Désorientés, les personnages batailliens en proie à l’angoisse se retrouvent dans une situation d’impasse où ils ne peuvent que crier leur désespoir. Cependant, cette angoisse est finalement dépassée par un rire souverain qui non seulement admet le non-sens mais l’approuve.

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A propósito de “Por quién doblan las campanas” - Georges Bataille (1945)


("España libre", Actualité, nº 1, 1945)

Intentaré definir el sentido que tiene España para nosotros. En particular en un momento en que España asume la parte que le corresponde en los males que nos asolaron. Me serviré para este fin de rodeos, recurriendo incluso a recuerdos personales.

Del peón de brega del que habla Pilar de Blanquet, tengo ante mi vista una fotografía singular: derecho, de pie, de frente, con las manos aplastadas sobre los ojos. De horror e incluso de soledad: los otros personajes del drama, apurados, llevan a Granero agonizante, un toro acaba de destrozarle la cabeza.

Como dice Pilar, el cuerno abrió la cabeza de Granero. Se le quebró la cara, dividida en fragmentos rojos: el ojo estaba colgando. Es lo que vio Blanquet, y lo que, por horror, le hizo llevar las manos al rostro. Yo estaba en el lado opuesto de la Plaza y, de toda la escena, no supe sino los detalles que en los relatos -o en la fotografía- se publicaron. Pero ese hombre joven con traje de luces, bruscamente derribado, violentamente empujado contra la barrera, el toro por algunos segundos encarnizándose con sus cuernos (los cuernos a todo vuelo al chocar contra las tablas producían un sonido vacío, macabro, parecido a los tres golpes de la muerte): no sé en qué instante, en la arena donde la gran multitud se había levantado, hubo un silencio agobiante, esta entrada teatral de la muerte, en plena fiesta, con ese sol, tuvo algo que ignoro de evidente, de esperado, de intolerable.

Desde entonces, nunca fui a la corrida de toros sin que la angustia me tensara los nervios intensamente. De ninguna manera la angustia atenuaba el deseo de ir a la plaza de toros. Al contrario, lo exasperaba, en combinación con una febril impaciencia. Empezaba a entender entonces que el malestar es a menudo el secreto de los placeres más grandes. La lengua española tiene una palabra precisa para designar esta suerte de exaltación que sub- tiende la angustia: emoción, es exactamente el sentimiento que dan los cuernos de toro cuando por un dedo no alcanzan el cuerpo del torero. Se trata de una categoría bien determinada de sensaciones donde juegan, junto al peligro, la repetición, la rapidez, la elegancia (en los movimientos del cuerpo o en el momento de levantar la capa). Pero la esencia de esto es la muerte que una actitud de incesante desafío compromete, que no está sino en el límite, apenas evitada, de un movimiento que va mucho más al corazón cuanto que es lento, preciso, ínfimo.

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