I. RESOLUCIÓN
1. Violentamente hostiles a toda tendencia, sea cual sea la forma que adopte, que capte la Revolución en beneficio de las ideas de nación o de patria, nos dirigimos a todos aquellos que, por todos los medios y sin reservas, se han resuelto a derribar la autoridad capitalista y sus instituciones políticas.
2. Decididos a obtener resultados y no a discutir, consideramos eliminado a cualquiera que sea incapaz de pasar a consideraciones realistas, al margen de toda fraseología política sin salida.
3. Afirmamos que el régimen actual debe ser atacado con una táctica renovada. La táctica tradicional de los movimientos revolucionarios no ha servido nunca más que aplicada a la liquidación de las autocracias. Aplicada a la lucha contra los regímenes democráticos, en dos ocasiones ha conducido al movimiento obrero al desastre. Nuestra tarea esencial, urgente, es la constitución de una doctrina que derive de las experiencias inmediatas. En las circunstancias históricas en las que vivimos, la incapacidad de extraer enseñanzas de la experiencia debe ser considerada como criminal.
4. Somos conscientes de que las condiciones actuales de la lucha exigirán de aquellos que han resuelto hacerse con el poder una violencia imperativa que no cederá ante ninguna otra; mas, por muy grande que pueda ser nuestra aversión por las diversas formas de la autoridad social, no retrocederemos ante esta ineluctable necesidad, del mismo modo que no retrocederemos ante todas aquellas que puedan imponernos las circunstancias de la acción que ahora emprendemos.
5. Decimos que, en la actualidad, el programa del Frente Popular, cuyos dirigentes accederán probablemente al poder en el marco de las instituciones burguesas, está condenado al fracaso. La constitución de un gobierno del pueblo, de una dirección de salud pública exige UNA INFLEXIBLE DICTADURA DEL PUEBLO ARMADO.
6. No es una insurrección informe la que se hará con el poder. Lo que hoy determina el destino social es la creación orgánica de una composición de fuerzas, disciplinada, fanática, capaz de ejercer, llegado el día, una autoridad inmisericorde. Dicha composición de fuerzas debe agrupar al conjunto de quienes no acepten la carrera hacia el abismo –hacia la ruina y la guerra- de una sociedad capitalista sin cerebro ni ojos; debe dirigirse a todos aquellos que no se sienten hechos para ser dirigidos por siervos y esclavos (1), que exigen vivir conforme a la violencia inmediata del ser humano, que se niegan a dejarse arrebatar cobardemente la riqueza material, creada por la colectividad, y la exaltación moral sin la cual la vida no será devuelta a la auténtica libertad.
¡MUERTE A TODOS LOS ESCLAVOS DEL CAPITALISMO!
II. POSICIÓN DE LA ÚNIÓN SOBRE PUNTOS ESENCIALES
7. CONTRE-ATTAQUE consta de marxistas y de no-marxistas. Ninguno de los puntos esenciales que se propone como tarea elaborar está en contradicción con los datos fundamentales del marxismo, a saber:
- la evolución del capitalismo hacia una contradicción destructiva;
- la socialización de los medios de producción como término del proceso histórico actual;
- la lucha de clases como factor histórico y como fuente de valores morales esenciales (2).
8. El desarrollo histórico de las sociedades se caracteriza desde hace veinte años por la formación de superestructuras sociales enteramente nuevas. Hasta fechas recientes, los movimientos sociales surgían únicamente con el objetivo de la liquidación de los viejos sistemas autocráticos. Las necesidades de dicha liquidación no exigían una ciencia de las formas de autoridad. Nosotros, sin embargo, nos encontramos en presencia de formas nuevas, que de golpe han ocupado el lugar principal en el juego político. Nos vemos llevados a anteponer la consigna de constituir una nueva estructura social. Afirmamos que el estudio de las superestructuras sociales debe convertirse hoy en día en la base de toda acción revolucionaria.
9. El hecho de que los medios de producción son propiedad de la colectividad de productores constituye, sin discusión, el fundamento del derecho social. Se encuentra aquí un principio jurídico que debe afirmarse como el principio constitutivo de toda sociedad no alienada.
10. Tenemos por cierto que la socialización no puede empezar por la reducción del nivel de vida de los burgueses al nivel de vida de los obreros. Se trata en este caso, no sólo de un principio esencial, sino de un método forzado por las circunstancias económicas. Las medidas que se imponen con urgencia deben calcularse, en efecto, con vistas a remediar la crisis y no a incrementarla por medio de una reducción del consumo. Las principales ramas de la industria pesada deben ser socializadas, pero el conjunto de los medios de producción no podrá ser devuelto a la colectividad más que después de un periodo de transición.
11. No nos impulsa ninguna hostilidad de asceta contra el bienestar de los burgueses. Lo que queremos es que ese bienestar lo compartan todos aquellos que lo han producido. En primer lugar, la intervención revolucionaria debe terminar con la impotencia económica; ella trae consigo la fuerza, el poder total, sin los cuales los hombres seguirían condenados a la producción desordenada, a la guerra y a la miseria.
12. Nuestra causa es la causa de los obreros y de los campesinos. Afirmamos como un principio el hecho de que los obreros y los campesinos constituyen el fundamento no sólo de toda riqueza material, sino de toda fuerza social. En cuanto a nosotros, intelectuales, lo que vemos es una organización social abyecta que cercena las posibilidades de desarrollo humano de los trabajadores de la tierra y de las fábricas. No dudamos en afirmar la necesidad de la pena de muerte para aquellos que asumen a la ligera la responsabilidad de semejante crimen. Sin embargo, no nos prestamos a esas tendencias demagógicas que dejan creer a los proletarios que su vida es la única buena y verdaderamente humana, y que todo aquello de lo que se ven privados es el mal. Al emplazarnos entre las filas de los obreros, nos dirigimos a sus más nobles y ambiciosas aspiraciones, que no pueden ser satisfechas en el marco de la sociedad actual. Nos dirigimos a su instinto de hombres que no inclinan la cabeza ante nada, a su libertad moral, a su violencia. Ha llegado la hora de comportarnos TODOS como amos y de destruir físicamente a los esclavos del capitalismo.
13. Constatamos que la reacción nacionalista ha sabido aprovecharse en otros países de las armas políticas creadas por el movimiento obrero; nosotros, por nuestra parte, pretendemos servirnos de las armas creadas por el fascismo, que ha sabido utilizar la fundamental aspiración de los hombres a la exaltación afectiva y al fanatismo. Pero afirmamos que la exaltación que debe ponerse al servicio del interés universal de los hombres debe ser infinitamente más grave y rompedora, de una grandeza por completo distinta de la de los nacionalismos, esclavos de la conservación social y de los intereses egoístas de las patrias.
14. Sin reserva alguna, la Revolución debe ser completamente agresiva, no puede ser más que completamente agresiva. La Revolución puede –y la historia de los siglos XIX y XX así lo muestra- ser desviada en provecho de las reivindicaciones agresivas de un nacionalismo oprimido; pero querer encerrarla en el marco nacional de un país dominador y colonialista tan sólo da pruebas de la deficiencia intelectual y de la timidez política de quienes emprenden tal camino. La Revolución elevará a los hombres por su profundo significado humano, por su significado universal, y no por una timorata concesión a su egoísmo, a su conservadurismo local. Todo aquello que justifica nuestra voluntad de alzarnos contra los esclavos que gobiernan interesa, sin distinción de color, a los hombres de toda la tierra.
Noviembre de 1935.
Pierre AIMERY, Georges AMBROSINO, Georges BATAILLE, BERNARD, Roger BLIN, Jacques-André BOIFFARD, André BRETON, Jacques BRUNIUS, Claude CAHUN, Louis CHAVANCE, Jacques CHAVY, René CHENON, Jean DAUTRY, Jean DELMAS, Henri DUBIEF, Jean DUVAL, Paul ELUARD, Jacques FISCHBEIN, Lucien FOULON, Reya GARBARG, Arthur HARFAUX, Maurice HEINE, Maurice HENRY, Georges HUGNET, Janine JANE, Marcel JEAN, Pierre KLOSSOWSKI, LORIS, Dora MAAR, Léo MALET, Suzanne MALHERBE, Georges MOUTON, Henri PASTOUREAU, Benjamin PÉRET, Gérmaine PONTABRIE, Robert PONTABRIE, Yves TANGUY, Robert VALANÇAY.
(1) Los de la Rocque, los Laval, los de Wendel.
(2) Añadimos que, en la medida en que los partidos que reivindican el marxismo se ven obligados a tomar, por consideraciones tácticas, y aunque sea de forma provisional, una actitud que los sitúa a remolque de la política burguesa, estamos en total desacuerdo con la dirección de dichos partidos.
Traducción de Diego Luis Sanromán.
* Como todos los proyectos que emprendió Bataille en la década de los treinta para construir una organización política al margen de las grandes corrientes ideológicas dominantes, Contre-Attaque tuvo una existencia efímera pero intensa. La fundación de Contre-Attaque y de la ‘Union de lutte des intellectuels révolutionnaires’, que le sirve de soporte, llama la atención al menos por dos características: 1) por su pretensión de incorporar los nombres de Sade, Fourier y Nietzsche a la gran tradición revolucionaria inaugurada por Marx y Engels; y 2) por haber servido como lugar de encuentro a quienes habían estado cultivando una enemistad sin resquicios desde cinco años antes: André Breton y Georges Bataille.
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* Como todos los proyectos que emprendió Bataille en la década de los treinta para construir una organización política al margen de las grandes corrientes ideológicas dominantes, Contre-Attaque tuvo una existencia efímera pero intensa. La fundación de Contre-Attaque y de la ‘Union de lutte des intellectuels révolutionnaires’, que le sirve de soporte, llama la atención al menos por dos características: 1) por su pretensión de incorporar los nombres de Sade, Fourier y Nietzsche a la gran tradición revolucionaria inaugurada por Marx y Engels; y 2) por haber servido como lugar de encuentro a quienes habían estado cultivando una enemistad sin resquicios desde cinco años antes: André Breton y Georges Bataille.
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