TEMBLOR de Bataille - Philippe Sollers (2002)

En torno a Georges Bataille se ha desarrollado toda una leyenda de falsos reconocimientos o de incómodas amistades que tienen como función impedir la lectura de sus libros.

Si a esto se añade el discurso universitario o psicoanalítico, la oscuridad se acrecienta. Y culmina, en último término, en el deseo de no ver en él más que a un autor ‘obsceno’ con el fin de desviar mejor la atención del aspecto profundamente religioso (y, en consecuencia, antifilosófico) de su pensamiento. Hablamos de sexualidad, de pornografía, le damos vueltas pobremente y de manera industrial a todas las variantes mecánicas posibles y, como por azar, el fanatismo integrista responde mediante el asesinato y el terrorismo. Seguimos, pues, en el mismo callejón sin salida que consiste en no querer saber de qué se trata realmente. “El sentido del erotismo se le escapa a cualquiera que no vea en él el sentido religioso. Recíprocamente, el sentido de las religiones se le escapa a cualquiera que descuide el vínculo que éste mantiene con el erotismo”.

Un molesto silencio acoge tal afirmación. Choca del mismo modo a los devotos que a los perversos racionales que creen combatirles. La nueva luz que Bataille proyecta violentamente sobre la condición humana no busca, por otro lado, el asentimiento, sino la vibración de una experiencia individual. De ahí que no dude al escribir en Madame Edwarda: “He aquí, pues, la primera teología propuesta por un hombre al que la risa ilumina y que desdeña limitar aquello que no sabe lo que es límite. ¡Vosotros que habéis palidecido ante los textos de los filósofos, marcad el día en que leáis con una piedra de fuego! ¿Cómo puede expresarse aquel que los hace callar, salvo de un modo que les resulte inconcebible?”. Miseria de la filosofía, palabrería de la moral, profundo tedio, libros inertes: todo transcurre como si Sade y Nietzsche hubiesen existido y escrito para nada. ¿Y en cuanto a Bataille? Nada.


En estos mismos tiempos se reedita, a pesar de todo, esas dos grandes obras maestras que son Historia del ojo y Madame Edwarda. El efecto de tal reedición es extraño. Recordemos, para empezar, que Bataille comenzó firmándolos con sendos seudónimos, Lord Auch y Pierre Angélique. Uno pasa las páginas de estas ediciones limitadas con ilustraciones de otro tiempo e inmediatamente repara en el debilitamiento de las imágenes. Fautrier, Masson, Bellmer parecen al margen del sentido y la energía de los relatos; a veces demasiado elocuentes (Masson) y otras, demasiado amanerados (Bellmer). Bataille resulta a la vez más sutil y más violento, más crudo y más realista. Primera frase de Historia del ojo: “Fui educado solo y, hasta donde recuerdo, siempre me apasionaron las cosas sexuales”. Primera frase de Madame Edwarda: “En la esquina de una calle, la angustia, una angustia sucia y embriagadora, me descompuso (tal vez, por haber visto a dos muchachas furtivas en las escaleras de un lavabo)”. Estas dos oberturas, simples y fulgurantes, desencadenan de inmediato el encuentro con personajes femeninos inolvidables, Simone, Marcelle, Edwarda, cuyas crisis convulsas son compartidas y, hasta cierto punto, vividas desde dentro por el narrador. Tales figuras de mujer son precisamente lo que más se le puede reprochar a Bataille; ahí se encuentra su experiencia de desvelamiento y de enloquecida verdad. ¿Cómo ‘ilustrar’ un pasaje de este tipo: “El mar hacía ya un ruido enorme, dominado por largos fragores de trueno, y los relámpagos permitían ver como en pleno día los dos culos masturbados de las jóvenes que ahora habían enmudecido”? Arrebato y precisión de la escritura, visión irónica global: todo está aquí.

“A otros –escribe más adelante Bataille- el universo les parece honesto. Les parece honesto a la gente honesta, porque tienen los ojos castrados. Esta es la razón por la que temen la obscenidad. No experimentan angustia alguna si escuchan el grito del gallo o si descubren el cielo estrellado. En general, disfrutamos de los “placeres de la carne” a condición de que sean insípidos”. La histeria, la insipidez son una traición permanente a lo trágico y lo cómico de la aventura humana. Esta última es, a la vez, risa y horror, angustia y éxtasis, identidad de los contrarios que hace coincidir dolor y goce. “En mí, la muerte definitiva tiene el sentido de una extraña victoria. Me sumerge en su resplandor, abre en mí la risa infinitamente alegre: ¡la risa de la desaparición!”. ¿Resultan estas frases hoy más audibles que cuando fueron escritas? No. ¿Lo serán en el futuro? No. O si acaso, solamente para alguien que, a su vez, se verá obligado a adoptar un seudónimo o callarse ante la enormidad de su descubrimiento. No, pues, a causa de la obscenidad (que no es más que un medio), sino de la conciencia de sí que ésta conlleva.

Sin duda con el fin de burlarse de Malraux y de sus Voces del Silencio, Bataille compuso al final de su vida una antología razonada bajo el título de Las Lágrimas de Eros, que también ha sido reeditada. En ella encontramos la célebre foto del suplicio chino (imagen insoportable), integrada en una galería de cuadros de los más grandes pintores (pero también los más discutibles, a medida que aumenta la vulgaridad de los tiempos). En realidad, Bataille quiere insistir sobre las figuraciones más enigmáticas, las de la prehistoria (Bataille es, en todo caso, el único que habría sabido hablar con igual justicia de Manet que de la gruta de Lascaux). Lo que tienen sus palabras de desequilibrante está más cerca de las pinturas del paleolítico que de la estereotipada desustanciación de nuestros días. Así ocurre con esa escena del ‘pozo’ sobre la que vuelve sin cesar: un bisonte herido y furioso, un hombre con cabeza de pájaro y el sexo erecto que se desmorona, un pájaro posado sobre un bastón, un pesado rinoceronte que se aleja… Quien ha bajado alguna vez a la gruta queda marcado de por vida por ese grito de silencio. Bataille, por su parte, seguía viendo el cielo estrellado tanto en una caverna como en un burdel.

L’Infini 78 (primavera de 2002). Traducción de Diego Luis Sanromán.

[TEXTE EN FRANÇAIS]